La responsabilidad social del empresario (I)

La responsabilidad social del empresario (I)
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Hace unos días publiqué una entrada en la que hacía mención a la función social que ejercen los impuestos, a colación de la próxima subida del IVA. Obviamente los comentarios que ha suscitado son de lo más variado, dado que la afirmación es ciertamente polémica, como de hecho yo mismo dejaba constancia en la entrada, cuando el ciudadano no tiene confianza en las instituciones que manejan el presupuesto público pedirles que cumplan con sus obligaciones, es utópico.

Este preámbulo viene a colación del tema que deseo tratar, la responsabilidad social del empresario. Realmente cuando emprendemos un negocio evidentemente es con un objetivo, el fin de lucro. En otro caso, nos decidiríamos por montar una asociación, ONG, fundación o cualquier otra entidad relacionada con la economía social sin ánimo de lucro.

La búsqueda del lucro es lo que hace funcionar a los negocios, ser eficaces y con el propósito de máximizar el beneficio, eficientes y productivos. Por tanto, no hay nada que se pueda considerar reprobable en la búsqueda de beneficio en el ejercicio de la actividad del ejercicio de la actividad empresarial.

Lo que sí es críticable la actitud cicatera del empresario en el ejercicio de su actividad empresarial, pues no hay que olvidar, que las empresas son fuentes de creación de riqueza, mediante la recaudación de impuestos, la creación de empleo, el desarrollo de innovación, en definitiva, de desarrollo económico de un país.

Esta obviedad, porque lo es, en la vorágine diaria del quehacer del autónomo, pequeño empresario o pyme, se pasa por alto y lamentablemente se olvida. Debemos tener muy presente en nuestro código deontólogico como empresarios o autónomos, en el mismo nivel que el fin de lucro, la función social que desempeñamos desde el rol que nos proponemos asumir. De este modo, reduciríamos el fraude fiscal (asignatura dominada por el más párvulo de los empresarios/autónomos), las plantillas de trabajadores infradimensionadas o el subdesarrollo de la innovación (pocos son los empresarios que la identifican como una inversión y sólo la consideran como gasto).

Estos conceptos, y algunos más, han de ser trabajados con más intensidad por parte de quienes desarrollan una actividad empresarial o profesional. Prestar la suficiente atención a estas ideas esenciales nos va a permitir mejorar nuestra productividad y competitividad pero para ello es necesario ser creativos, desarrollar una versión holística de nuestro negocio y empezar a cambiar algunos clichés atávicos, que trataré en la segunda parte de la entrada.

En Pymes y Autónomos | La poca cultura empresarial, Cómo hundir a una empresa: errores estratégicos que debemos evitar
Imagen | MSC@flickr

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