Hace unos días leí un artículo en HBR que me resultó francamente interesante y considero interesante poder compartir. El autor propone una interesante reflexión acerca de cuáles son los factores que componen un negocio y cuál ha de ser la prelación que guíe los mismos.
Las empresas como entidades con ánimo de lucro se considera que, por regla general, la consecución de beneficio debe ser el factor fundamental que guíe la actividad, luego los clientes, y por último, la ética que podría asimilarse a la responsabilidad social corporativa. Sin embargo, no es así como se deberían plantear los negocios.
Considerar que el beneficio es lo primero y que el afán por conseguirlo justifica cualquier tipo de comportamiento es un error de bulto. La actividad de la empresa debe empezar haciendo lo que es correcto y asegurarse de que cada individuo de la organización actúa del mismo modo.
Luego focalizarse en el cliente. No hay mejor manera de atraer y mantener a los clientes como tratarles bien y proporcionarles aquello que necesitan y demostrándole que se es increíblemente bueno en lo que se hace. Una vez que estos dos factores se han satisfecho, los beneficios vienen por sí mismos.
A nadie se le escapa que estos tres elementos son imprescindibles para llevar a cabo una actividad empresarial, pero no por ello es menos cierto, que a medida el orden se modifica el resultado final cambia sustancialmente.
Vía | HBR Imagen | Brett Jordan En Pymes y Autónomos | Organización