Inventar nombres como profesión

Inventar nombres como profesión
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Hace unos años escuché hablar de Fernando Beltrán. Un señor que escribía poesía y que un buen día decidió montar por su cuenta un negocio peculiar: crear nombres. Una idea que de tan sencilla de explicar resultaba extraña para ser considerado un trabajo normal. El otro día volvió a aparecer por la radio. El tiempo ha pasado pero su trabajo continúa llamando la atención.

En una ocasión hablamos del naming pero el poeta al igual que Gabriel García Márquez en Cien años de soledad decía"el mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo", resalta la importancia de encontrar una palabra que defina a un objeto que todavía no conocemos. En publicidad y en otros sectores es necesario encontrar las palabras adecuadas para 'bautizar' algo nuevo. Olvidamos que tras un logotipo y una buena campaña de marketing hay algo fundamental, el nombre. Y este poeta se dedicó a inventarlos como profesión.

Inventor de palabras

Pero qué hace exactamente Fernando Beltrán, en este caso fue su hija con seis años la que definió a qué se dedicaba, su padre era nombrador. Es un pionero en este sector, aunque él hace referencia a Platón aludiendo que lo suyo no es un invento reciente.

En sus inicios en el mundo de la comunicación al nombre lo veía como algo añadido, de escasa relevancia. Fue muy duro al principio, en la profesión le dijeron que no podría vivir de esto, al igual que tampoco podía de la poesía. Como vemos, la negatividad propia de este país nuestro siempre está presente cuando alguien apuesta por algo diferente.

Pero creó una empresa elnombredelascosas. Defiende que para poner un nombre se debe pensar mucho pero cuando se toma una decisión no se debe preguntar si gusta o no. Se tiene que estar convencido de que está bien y defenderlo.

El primer nombre que le dio una alegría fue Amena porque le cambió la vida, hasta ese momento en el mundo de las telecomunicaciones todo estaba en inglés y gracias a Fernando se introdujo Amena, una palabra en castellano y en femenino

La parte divertida de su trabajo es la de las peticiones. Es lógico que le pidan amigos y conocidos consejo sobre cómo llamar a un hijo, a un perro... Pero también es normal que desconocidos le hagan este tipo de peticiones tan curiosas.

Ha creado el nombre de más de quinientas marcas y otros productos. Aunque él se reivindica como creador de nombres no sólo de marcas. Cuenta una anécdota que da que pensar. Cien años de soledad se iba a llamar "La casa". ¿Hubiera tenido la misma magia el libro con ese título?

O Faunia, que era el Parque Biológico de Madrid hasta que Fernando le cambió el nombre y comenzó a recibir visitas. Así que a la conclusión que llego es que sí es importante contar con un buen nombre. Tanto por cómo suena, qué nos transmite y si nos incita a acercarnos a él y a lo que representa.

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