El error de despreciar nuestras debilidades

El error de despreciar nuestras debilidades
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Desde el punto de vista de la creación, el desarrollo y la sostenibilidad de un negocio siempre he manifestado la importancia de tres puntos fundamentales: el proceso productivo, el comercial y la gestión. Resulta muy complicado que un empresario tenga la capacidad necesaria para cubrir esos tres ámbitos, de ahí la necesidad de formar un buen equipo. Aun así, muchas veces nos encontramos con que ese mismo empresario suele dar mucha más importancia a las disciplinas que domina y se la resta a las otras, llegando al punto de despreciarlas.

Si el proceso natural de un negocio consiste en producir, vender lo que se produce y gestionar los recursos de los que disponemos, estas tres áreas funcionan como una cadena y no podemos caer en el error de romper esa cadena dando más importancia a unos procesos sobre los otros.

En la mayor parte de las pymes el perfil de sus promotores suele ser eminentemente productivo. Técnicos, profesionales o cualquier tipo de personas con conocimientos o experiencia en un sector determinado y que crean su propio negocio en el sector que conocen. Salvo que esa empresa cuente con varios socios y que cada uno tenga un perfil complementario al del resto, lo más habitual es que el resto de esas disciplinas clave se subcontraten o se deleguen en personal de la empresa.

Sin embargo, en una inmensa mayoría de los casos, se cae en el error de minusvalorar esas otras disciplinas. Si la empresa fabrica muebles lo más importante es fabricar muebles, si vendemos tornillos lo que hace falta es vender mucho, etc. sin prestar atención a cómo se van a vender esos muebles, a si los tornillos son de mejor o de peor calidad o si los márgenes y los beneficios de nuestras actividades son más o menos altos.

Es muy habitual escuchar a emprendedores o incluso empresarios experimentados decir "esto no es lo mío" o "yo no me dedico a estas cosas". Al final, si la empresa es tuya tienes que dedicarte a estas cosas o, por lo menos, a supervisarlas y tomar decisiones sobre ellas. Si no sabes vender, tendrás que contratar a álguien que venda por tí pero has de participar en las estragias que se van a aplicar para ello. Por supuesto la gestión de la empresa es cosa del empresario, aunque tenga alguien que le ayude o le asesore, las decisiones han de ser siempre suyas.

Despreciar aquellas áreas que no se dominan es, a largo plazo, foco de problemas. El éxito de cualquier pequeño negocio está en el equilibrio, en no romper la cadena, en ser consciente de que hay que producir, hay que vender y hay que gestionar.

En Pymes y Autónomos | El control de la gestión empresarial, la asignatura pendiente Imagen | Toni Castillo

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