WhatsApp en la pyme, es una realidad

WhatsApp en la pyme, es una realidad
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Sin duda, WhatsApp en la pyme, es una realidad, no lo podemos negar. Pasar de pagar por mensajes de texto a no pagar es un alivio muy agradecido en las empresas, como es lógico. Pero esta oleada de aplicaciones semigratuitas conllevan un gasto añadido y lo que no llegamos a conocer, unas condiciones de usos a revisar.

Lanzamos sms por lanzar, los usamos a nuestro antojo y no hemos leído la “letra pequeña”. WhatsApp es una aplicación creada para uso no profesional por lo que si lo queremos integrar como sistema de mensajería en nuestra empresa deberemos tener los “deberes” hechos. Vamos a conocer la parte ilegible de WhatsApp. Repasemos sus términos.

WhatsApp ha sido uno de los grandes éxitos de esta recién estrenada era de Internet. Para que os quede claro: esta aplicación se instalada en un smartphone permite a dos o más usuarios comunicarse en tiempo real vía mensajes de texto, voz, imágenes o vídeo a coste cero. El usuario únicamente debe pagar 0,79€ para iOS, a través del iPhone y gratis para Android; por esta APP sólo se debe pagar por la aplicación la primera vez y nunca más.

Condiciones de uso que jamás leemos

Para el propietario del contenido subido: en este caso el contenido subido son nuestras actualizaciones de estado o mensajes en sus varios formatos (texto, imagen, vídeo y audio) y son propiedad del usuario.Los tipo de licencia concedida por el usuario: se conceden dos licencias: a WhatsApp una de carácter mundial, no exclusiva, gratuita, sublicenciable y transferible para usar, reproducir, distribuir, generar trabajos derivados, mostrar o comunicar las actualizaciones de estado generadas a través del servicio y/o negocio de WhatsApp, así como el de su sucesor.

La licencia también incluye, sin límite, la posibilidad de que nuestras actualizaciones de estado sean promocionadas o redistribuidas en favor de todo o parte del servicio de WhatsApp. Con quien intercambiamos actualizaciones de estado, concretamente una licencia no exclusiva para acceder a nuestras actualizaciones a través del servicio, correo electrónico y teléfono móvil. Cuándo se pone fin a la licencia: la licencia a WhatsApp no se indica cuando se da por finalizada. La concedida a cada usuario con el que interactuamos se da por terminada cuando eliminamos de WhatsApp una actualización de estado. Algo que, por lo visto, no es tan fácil como parece.

Particularidades: WhatsApp dice expresamente que no garantiza la confidencialidad de las actualizaciones de estado de sus usuarios. Por tanto, aunque sea terriblemente cuestionable, normal que todo lo enviado vía WhatsApp se guarde en texto plano, justo eso nos dicen y aceptamos. El uso de WhatsApp debe ser estrictamente personal; ¿estarían por tanto esas empresas que lo usan para regalar invitaciones u ofertas jugándose que los echen del servicio? Probablemente sí.

Para usar WhatsApp aceptamos dar nuestro número de teléfono pero también los teléfonos de terceros con los que deseemos comunicarnos. De hecho, aceptamos que si un teléfono está en nuestra agenda es porque tenemos permiso expreso de esa persona para que esté ahí, de otro modo no debería estar. Si la seguridad de nuestro dispositivo ha sido puesta en entredicho, debemos notificarlo inmediatamente a WhatsApp.

El uso de términos como sniffers, load testers, offline readers u otros y aplicaciones que realizan esas funciones, ocupa casi 2 cláusulas enteras. WhatsApp se autodenomina un repositorio de datos, y de hecho indica que únicamente actúa como tal. Las actualizaciones de estado de carácter “adulto” pueden enviarse, pero adecuadamente identificadas. Una cuenta puede darse por terminada si se entiende que el usuario es “molesto” o pueden eliminarse actualizaciones de estado si las mismas tienen poco interés o son muy largas.

Conclusión

No es oro todo lo que reluce, por tanto tengamos en cuenta estas cláusulas y no cometamos errores de comunicación o uso. Estos fallos pueden derivar en denuncias o en malas prácticas de uso con clientes o proveedores. Una buena comunicación empieza por respetar los términos del contrato que firmamos con WhatsApp. Una vez más se demuestra que lo que parece gratuito tiene un pequeño coste.

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Imagen | perry_marco

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