Por qué el smartphone no supone la mejora de productividad que todos deseábamos

Por qué el smartphone no supone la mejora de productividad que todos deseábamos
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Los smartphones se han impuesto en las empresas y sin embargo para muchos usuarios no han supuesto la mejora de productividad prometida. Un dispositivo con el que puedes hacer casi lo mismo que con tu ordenador, pero que sin embargo se sigue utilizando básicamente como si fuera un móvil normal. Vamos a ver por qué el smartphone ha supuesto la mejora de productividad que todos deseábamos

Porque al final el teléfono de empresa se utiliza sobre todo para hablar con los clientes, algo que ya se hacía antes, y también para intercambiar mensajes, ahora con WhatsApp y antes con SMS. A esto en la mayoría de los terminales le podemos añadir el uso del correo electrónico, pero en muchos casos de forma ineficiente.

Qué hacemos con un smartphone que antes nuestro teléfono no podía

El uso de protocolos de entrega de mensajes antiguos, como el POP, hace que los usuarios que han recibido y leído un correo luego no lo tengan como leído en el teléfono y viceversa. Hay otras alternativas para configurarlo más eficientes, pero no todas las empresas los implementan.

Todavía estamos aprendiendo a sacar partido a los smartphones

Por lo que respecta a las aplicaciones de gestión de negocio, en la gran mayoría de las empresas siguen siendo aplicaciones de escritorio, instaladas en un servidor local, donde no existe un acceso sencillo a la información. No es una aplicación en la nube que disponga de una app optimizada para los dispositivos móviles. Como mucho podemos habilitar una conexión remota al servidor para trabajar allí desde el móvil.

En este caso el smartphone muchas veces nos sirve para facilitar la conexión a Internet a otros dispositivos, como podría ser un portátil o una tablet, desde donde el uso de estas aplicaciones de escritorio si que es un poco más cómodo y sin tener que depender de utilizar una WiFi pública o conectarnos a la red del cliente.

En muchas empresas están en plena transición, entre la forma de trabajar heredada del siglo XX y la que desearían tener en el siglo XXI. El paso a la nube está siendo lento y los smartphones no aprovechan todas sus capacidades si se trabaja en una oficina como antes de que el acceso a Internet fuera algo generalizado.

Dónde si hemos ganado es en capacidad de obtener información, el acceso a Internet que en más de una ocasión nos sirve para que sea más sencillo resolver un problema, facilitar un dato a un cliente que nos está pidiendo o simplemente no perdernos cuando vamos a hacer una visita y desplazarnos o utilizarlo durante el camino.

Pero el teléfono también es una fuente de distracciones

Pero no todo son ventajas, el smartphone también nos ha dado algún que otro inconveniente. Un ejemplo son las aplicaciones que los empleados se instalan y que pueden servir como fuente de distracción. Juegos, redes sociales, periódicos, etc. No siempre se utiliza para cuestiones productivas el teléfono de empresa.

Además la duración de la batería es un hándicap para muchos de los usuarios, sobre todo aquellos que hacen un uso intensivo de los dispositivos. Esto es algo que hemos aprendido a sobrellevar, pero donde todavía queda mucho por mejorar.

Al final tenemos un teléfono inteligente que utilizamos casi como una BlackBerry en muchas empresas. Pero además se ha introducido en algunos casos un factor de riesgo, ya que la información que se acumula en los dispositivos puede suponer un problema en caso de pérdida o extravío si no se han tomado las oportunas precauciones para eliminar la información.

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Imagen | freestock.org

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