Muchas veces cuando evaluamos que programas utilizamos a la hora de realizar tal o cual tarea nos dejamos llevar por las tendencias tecnológicas, o dicho de otra manera, utilizamos el programa más popular, el que utilizan el resto de usuarios y empresas sin detenernos a pensar muchas veces si es el más adecuado para nuestra empresa y equipos informáticos.
Un ejemplo muy claro es el lector de documentos PDF. Pocas empresas se paran a valorar si esta es la mejor alternativa, simplmente al ser gratuito y ser el más popular instalan este programa para permitir la lectura de documentos en PDF. En ocasiones otros programas nos dan más funcionalidad, consumen menos recursos o simplemente son más fáciles para trabajar con ellos.
En ocasiones el problema viene dado por la curva de aprendizaje que nos impone el programa. Si es complicado aprender a trabajar con un programa lo cierto es que luego a la hora de elegir una alternativa supone un problema, puesto que muchas veces tenemos que aprender como se realiza tal o cual opción dentro del mismo. En este caso, el cambio suele ser rápido. No es lo mismo empezar de cero que cambiar de programa para hacer algo. La curva de aprendizaje suele ser más corta, pero es un peaje que muchas empresas no quieren pagar.
Muchas veces nos refugiamos en estos programas conocidos para mejorar las opciones que tenemos de soporte. Muchas veces si no sabemos realizar determinada tarea podemos obtener ayuda de forma más rápida si utilizamos un programa ampliamente utilizado que otro minoritario. De todas formas con la ayuda de Internet es una cuestión que va perdiendo importancia.
Otra cuestión también importante son los ataques que sufren los programas conocidos. Lo cierto es que los ciberatacantes buscan agujeros de seguridad, vulnerabilidades que les permitan sacar un beneficio allí donde el número de usuarios es más alto. ¿Significa esto que el software menos popular es más seguro? En mi opinión no, puede tener también agujeros de seguridad, pero tendrá menos probabilidad de que los busquen y exploten para fines poco éticos.
Por último la opción de mirar a las empresas de la competencia para ver que utilizan y buscar opciones similares es más común de lo habitual. Pero lo cierto es que si no nos diferenciamos de las empresas de la competencia en los recursos que utilizamos, tampoco podremos competir en precios, en eficiencia, etc. ¿Qué podremos hacer para mejorar la oferta de la competencia si pelamos con las mismas armas y recursos?
En Tecnología Pyme | Matar moscas a cañonazos con la informática en la empresa Imagen | dobrych