Cuando hemos hablado de renovar licencias de software generalmente lo hacemos para sistemas operativos, más que para los programas concretos. En muchas empresas estos se llevan hasta que dejan de ser útiles o por incompatibilidad con el sistema ya no pueden ser instalados. Un ejemplo los programas ofimáticos, por eso hoy queremos preguntar: ¿cuándo hay que jubilar en la empresa una versión de Microsoft Office?
A pesar de que existen alternativas a este paquete ofimático, muchos de ellos de código libre como OpenOffice o LibreOffice, muchas empresas prefieren seguir utilizando una versión antigua de Microsoft Office antes que cualquiera de las alternativas. Versiones que hace años que ya no tienen soporte por parte de la compañía, del 97 o 2000, siguen siendo operativas.
Mi impresión es que mientras se mantengan formatos compatibles y se pueda instalar en el sistema la empresa se mantendrá fiel a estos recursos. Sobre todo en los puestos de trabajo en los que tienen necesidades más básicas. Otra cuestión es si el departamento contable necesita una versión más moderna al tener que realizar documentos más complejos.
Otra cuestión es si somos o no productivos con estas versiones. El problema es que en alguna de ellas ni siquiera es posible instalar el complemento que nos permite leer los documentos en los nuevos formatos de Microsoft, los *.docx, por ejemplo. Y aquí si ya no hay más remedio que cambiar.
Además las actualizaciones de las versiones suponen un cambio de interfaz, de manera que hasta que los trabajadores se adaptan. Pero también un mayor consumo de recursos, algo que se puede notar, y mucho, sobre todo en los equipos más antiguos. Y a este respecto tampoco ha destacado mucho las alternativas de código abierto, aunque LibreOffice en sus últimas versiones han mejorado mucho.
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