Una de las tecnologías que han cambiado la forma de trabajar de las empresas sin duda han sido los teléfonos móviles y su posterior evolución, los smartphones. De manera que hoy en día son herramientas imprescindibles para la mayoría de los usuarios, pero ¿qué ocurre cuando el smartphone nos marca la agenda del día?
Y no me refiero a que tengamos anotadas una serie de citas en el calendario, sino más bien a que las llamadas, las notificaciones de correo electrónico, redes sociales, aplicaciones varias que tenemos instaladas reclaman nuestra atención y dejamos lo que estamos haciendo para atenderlas.
El smartphone se ha convertido en un ladrón de tiempo. Si somos dependientes de él, dejamos de ser eficaces, por eso es muy importante saber distinguir los tiempos. Tener acceso inmediato a la información no significa que tengamos que atenderlo inmediatamente.
Seguro que no es la primera vez que estáis en una reunión, y aún teniendo el teléfono en silencio llega un momento en que vibra y alguien atiende el mensaje, el correo o sale para atender una llamada. ¿Qué es más importante la tarea o la reunión que tenemos concertada o la llamada?
Estamos concediendo una prioridad a temas que muchas veces no lo son para nuestra empresa. Y esto rompe muchas veces la dinámica de trabajo, nos hace perder el hilo de lo que estábamos haciendo y acabamos por tardar más tiempo para hacer las mismas tareas por las interrupciones que no hemos sabido gestionar.
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