La excesiva temporalidad de los contratos, un mal endémico del mercado laboral español

La excesiva temporalidad de los contratos, un mal endémico del mercado laboral español
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Que las cifras económicas relacionadas con el mercado de trabajo han mejorado sensiblemente es algo que ya no sorprende a nadie. La tasa de paro ha bajado desde el 25 hasta el 18 por ciento en los últimos dos años, y las afiliaciones a la Seguridad Social siguen experimentando un crecimiento más que notable en los últimos meses.

Sin embargo, existen problemas estructurales que todavía están lejos de ser resueltos. Los expertos calculan que la tasa de desempleo no bajará del 15 por ciento de manera estructural y, en cualquier caso, la excesiva temporalidad de los nuevos contratos firmados continúa siendo uno de los mayores problemas de nuestro país.

Pero no es algo nuevo, sino un mal endémico del mercado laboral español. Desde 1987, los contratos temporales han sido una constante que se viene repitiendo en cada ciclo económico, ya sea de crisis o de expansión, al suponer más de un tercio de todos los contratos firmados. Pero no es algo actual, pues en los últimos 30 años, este porcentaje no ha bajado del 25 por ciento.

En realidad, no se trata tanto de un problema que sea propio de una legislación equivocada o de una política laboral errónea en un momento determinado. Antes al contrario, la temporalidad es consecuencia de un modelo productivo que genera este tipo de dualidades en el mercado laboral, con trabajadores altamente protegidos y otros que tienen verdaderas dificultades para acceder a un puesto de trabajo.

Y es que España es altamente dependiente de dos sectores concretos que fomentan esta dualidad: por un lado, el turismo, un sector que tiene una elevada estacionalidad y que genera muy poca productividad y, por otro, la construcción, un sector que es altamente sensible al ciclo económico y financiero, generando y destruyendo empleo a mucha mayor velocidad a del resto de la economía en su conjunto.

Evidentemente, la temporalidad lleva aparejada una serie de problemas con graves consecuencias para la economía española. Por un lado, el hecho de que los trabajadores no puedan encontrar la estabilidad laboral que necesitan. Por otro, hace que los trabajadores (y, por tanto, las empresas) sean poco productivos, ya que la inversión en formación se ve resentida de manera bastante grande.

Por esta razón, conviene modificar de manera estructural la legislación laboral, haciéndola mucho más flexible para las empresas, y fomentar un cambio en el modelo económico y productivo con el objetivo de hacer la economía más independiente de sectores tan sensibles al ciclo económico.

Imagen | Pexels

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