Me asusta ver como gran parte de la población se está resignando a la realidad de la situación de parálisis y estancamiento que se vive en España y me asusta ver como en lugar de apostar por luchar y salir, cada vez se esta creando una situación más de ensimismamiento, y esto es especialmente grave para mi en dos grupos: las empresas y los jóvenes.
Las empresas han sido, son y deben de seguir siendo el motor que impulse la economía del país, las empresas deben de ser el primer estilete de cara al interior y al exterior y es imperdonable que se resignen a su suerte. Lo mismo sucede con los jóvenes, los jóvenes son y deben ser un manantial de agua fresca, un sorbo de aire nuevo y renovado que tiene que trasformar un sistema viejo y caduco, y sustituir a una sociedad que en general se ha vuelto inoperante, y la verdad es que no veo ni a los unos ni a los otros por la labor.
Y todo ello es un grave riesgo para las propias personas y organizaciones implicadas, pero también para la economía y la sociedad en general. Para las empresas su estado apático y de falta de capacidad para adaptarse a los tiempos y renovarse es un lastre muy pesado que puede suponer su desaparición, y que no se preocupen que si ellos no quieren o no saben hacerlo ya vendrán otros y de otros lugares para ocupar y dirigir los centros mundiales de poder de los sectores correspondientes. Y para los jóvenes esta falta de proyección y de implicación supone ser una generación sin presente y sin futuro.
Las empresas no se deben conformar con subsistir y los jóvenes no se deben conformar con “ir tirando” de contrato en contrato, e ir de mil euros, en mil euros y si un día consiguen quinientos más creerse que ya han llegado al máximo y han logrado el trabajo y el objetivo de su vida. Para la empresa y el joven, la falta de ambición, la apatía, la ausencia de ganas de luchar supone un lastre, un lastre para ellos, pero también un lastre para todos.
En Pymes y autónomos | El encantador de Ni-Nis Imagen | bocadorada