El desperdicio del talento

El desperdicio del talento
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Todavía estamos debatiendo sobre ¿Jóvenes empresarios? una especie en extinción, cuando hoy aparece una noticia que añade más motivos para la discusión. El 50% de los jóvenes titulados tiene exceso de formación para su empleo, o lo que es lo mismo, podrían ocupar un puesto de trabajo de mayor cualificación.

La primera conclusión que se puede sacar es que se están desperdiciando talento y conocimientos, que hay mucho conformismo y que excasean los puestos cualificados o hay una excesiva cantidad de personas con preparación con respecto a la oferta laboral.

No sé cual de estos razonamientos es peor, no quiero pensar que la economía española no es capaz de general oportunidades para aquellas personas que, con la formación suficiente, puedan aportar su esfuerzo para aumentar la competitividad y la productividad de nuestros negocios.

Me resisto a creer que tenemos demasiadas personas con un buen nivel de preparación y que no podemos absorber todo ese caudal de gente en beneficio de nuestras empresas. Y no quiero ni pensar que esa gente que se ha pasado quince años formándose se van a conformar con trabajos con una cualificación mucho más baja.

¿Qué es lo que impide a toda esa gente joven sacudirse ese conformismo y afrontar el reto personal del auto-empleo? No me vale la respuesta fácil de la falta de financiación y de la crisis, porque esos problemas no existían hace cuatro o cinco años y, sin embargo, los números de entonces con respecto a los de ahora son practicamente los mismos.

La cuestión es que si no hay oferta suficiente habrá que crearla, y no hay porque esperar a que la creen otros, sino procurarsela uno mismo. Teniendo en cuenta el coste de sistema universitario, ¿podemos permitirnos el lujo de formar arquitectos, economistas, ingenieros o científicos para que luego trabajen de administrativos, camareros, repartidores o teleoperadores? No quiero menospreciar el trabajo de nadie, pero creo que ya hay gente suficiente en nuestro país para desempeñar todo tipo de tareas sin tener que recurrir a que los titulados universitarios para hacer esos empleos.

Sigo convencido de que es un problema cultural, de mala imagen de los empresarios, de incapacidad para asumir responsabilidades y riesgos, de que más cómodo que nos lideren que liderar, que la gente opta por no complicarse la vida y prefiere malvivir de subsidios o consumir su vida laboral en un trabajo que no le gusta, que no le motiva y mal pagado, todo eso antes que pelear por un espacio en el mundo empresarial.

En fin, una serie de prejuicios culturales que no tienen nada que ver con circunstacias coyunturales, ni con crisis financieras, ni con la política de este Gobierno o del otro. Pero urge plantearnos que si realmente queremos empresas competitivas, estados del bienestar y el resto de habrá que trabajar, seriamente, en estos aspectos.

En Pymes y Autónomos | Jóvenes en paro… ¿y el autoempleo?
Imagen | tnarik

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