Cada vez son más las fuentes que hablan de este año 2013 como el punto de inflexión en la situación de las empresas, tal y como existiese un 'consenso generalmente aceptado', apuntándose en muchos sitios que este año será el de la vuelta a los beneficios, y en el que por extensión, podamos volver a cotas de crecimiento y bienestar.
Si pensamos en las bases sobre las que se sustentan este tipo de reflexiones, y comparamos el entorno con el que tuvimos hace un año o hace dos, no se aprecian demasiadas mejorías, ya que a día de hoy la única variable que nos puede indicar de que estas afirmaciones optimistas pueden llegar a cumplirse es el bueno comportamiento de nuestro sector exterior.
En estas cosas no hay ases sobre la manga ni grandes sorpresas, ya que a lo largo de la historia este tipo de premisas se han sustentado sobre bases sólidas, como la apertura del crédito, bonificaciones a la contratación y de carácter fiscal, en definitiva, con la existencia de incentivos reales.
En este sentido, aunque se han instrumentalizado algunas reformas como la introducción de una mayor flexibilidad en el mercado de trabajo, apoyo a las empresas exportadoras mediante el eje ICO-Banco Europeo de Inversiones, reformas puntuales en el ámbito fiscal que promueven una mayor liquidez, pero aún quedarían reformas muy contundentes, como el establecer un sistema de garantías que apoye de una manera directa a los nuevos emprendedores, la apertura del crédito financiero de una manera efectiva a las pymes, o la llegada de incentivos reales para la contratación de nuevos trabajadores, etcétera.
En Pymes y Autónomos | ¿Serán suficientes los incentivos del nuevo Plan de empleo de la Comunidad de Madrid?
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