Cuando la marca ya no es sinónimo de diferenciación

Cuando la marca ya no es sinónimo de diferenciación
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Con la crisis, los consumidores somos cada día más exigentes. El torrente de información que recibimos diariamente de los diferentes medios de información hacen que cada vez tengamos más detalles, opiniones, sugerencias y, en general, mayor información sobre los productos que adquirimos o los servicios que contratamos.

No en vano, hoy por hoy más de tres cuartas partes de la población consulta Internet antes de realizar una compra relevante, variando dicha proporción según el sector que observemos y el estudio, elevándose estas cifras hasta casi el 100% en el caso de sectores como el del automóvil y el de los viajes. En este contexto, ya no es tan importante la marca sino el producto o servicio que ofrezcamos y esto es positivo para las pymes.

Y es positivo por dos razones:

  • Por un lado, la gran marca tiene que competir de igual a igual con las empresas pequeñas y medianas, y no tanto por lo que ha significado en el pasado o por la reputación que tiene su marca sino por lo que ofrecen en la actualidad, tanto de calidad como de precio. Y es que, aunque el consumidor prefiera una marca sobre otra, probablemente se informará por otras fuentes de su calidad y su funcionalidad, por ejemplo en Internet, y si en dicha consulta el producto no convence probablemente será descartado independientemente de la empresa que esté detrás.
  • Por otro lado, porque la publicidad tradicional ya no es tan efectiva. Cuando hace unos pocos años no eras nadie si no te publicitabas en televisión o en prensa, a día de hoy es casi obligatorio estar presente en redes sociales, en permanente comunicación con los clientes y usuarios. La comunicación se ha vuelto bidireccional y de poco sirve destinar ingentes cantidades de recursos económicos para financiar carísimas campañas publicitarias si la empresa no tiene ningún tipo de presencia virtual.

Es decir, hasta hace poco tiempo los consumidores eran fieles a una determinada marca, casi sin importar si el producto tenía una mejor o peor calidad o precio que el de sus competidores. La fidelidad a la marca era un terreno vetado para las pequeñas empresas, sin capacidad para destinar una cantidad mínima de recursos económicos a publicidad o promoción ni competir con los grandes departamentos de marketing de las grandes corporaciones.

Internet, las redes sociales y, en general, los nuevos medios de comunicación han cambiado el paradigma de las marcas. Las marcas son necesarias, pero cada vez menos. Si hasta hace poco tiempo, un consumidor era fiel a una determinada marca, el mayor conocimiento sobre los productos comercializados está haciendo que nos fijemos más en las características del producto. La diferenciación ya no se distingue por la marca, sino por el producto.

En Pymes y Autónomos | Emprendedores con más marca que sus propios proyectos Imagen | jeinny

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