En los últimos días se han ido incorporando la mayoría de los trabajadores y trabajadoras a su puesto de trabajo tras las merecidas vacaciones estivales, en la mayoría de los casos con fuerzas renovadas, nuevos planes, e ideas a desarrollar en los próximos meses.
Pero por desgracia no siempre es así, ya que también los hay que regresan sin este tipo de ilusiones, y es más, ni siquiera con el empuje necesario para afrontar los desafíos a los que nos enfrentamos en nuestro día a día.
Esta última actitud entraña muchos riesgos, ya que si perdemos el rumbo de nuestra carrera o negocio, lo más seguro es que nos dejemos llevar por las circunstancias, perdiendo la capacidad de reacción y de tomar decisiones, máxime en un entorno tan complejo y convulso como el actual.
Si nos encontramos en esta situación, es obvio que necesitamos reflexionar sobre nuestra situación, analizar hacia dónde queremos ir, y diseñar un plan para corregir y/o lograr los objetivos propuestos.
Este ejercicio necesita de objetividad y honestidad, y puede resultar bastante incómodo porque a nadie le es agradable reconocer que tiene un problema, pero es el primer paso para cambiar la situación.
En Pymes y Autónomos | ¿Quién ha de asumir los costes de la falta de planificación? Imagen | Gerard Stolk