Tensión sexual en la empresa

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Remo publicaba un post llamado Distracciones sexuales en el trabajo. Vamos, que no dejaba nada a la imaginación, como los trailers de las películas actuales. En él, aprovechaba un anécdota ocurrida en una sucursal bancaria, para ilustrarnos acerca de sesudos estudios del INE al respecto, así como reflexionar acerca de situaciones más o menos incómodas en el trabajo por la mencionada causa. Vamos, que yo le hubiese sugerido ilustrar el post con aquel anuncio de Eva Herzigova con el que me tope de lleno en una valla publicitaria de Madrid, aquel que decía eso de Mírame a los ojos. He dicho a los ojos.

El caso es que el post de Remo, aparte de traerme aquellos recuerdo, me ha pensar acerca del tema. Yo iré un paso más allá y no hablaré de las distracciones sexuales, directamente me referiré a la tensión sexual que se vive en las empresas, generalmente entre compañeros de trabajo, aunque cabe extenderla a colaboradores habituales o clientes. ¿Es buena, mala, o todo lo contrario?

Creo que es algo natural, si entendemos como tal aquella que se corresponde con la naturaleza humana. Y si, a pesar de algunos diseñadores de moda, somos seres sexuados, estos es lo que hay. Intentar ocultarlo, intentar negarlo, no creo que sea algo conveniente. Dicho lo cual, tambien somos seres sociales, y como tal debemos pasar por dicho tamiz nuestros impulsos.

Tal y como nos comentaba Oscar hace tiempo, la realidad está ahí. Pasamos gran parte de nuestra vida en la empresa luego es más que fácil que surjan más oportunidades que en otros lugares. Pero también hemos de ser conscientes de que en la empresa hay una serie de lineas jerárquicas, de relaciones de dependencia, que complican sobremanera el asunto. Pienso en temas como la posible baja da de rendimiento, el acoso sexual, la dificultad de gestionar equipos trufados de relaciones de pareja, especialmente cuando se produce la circunstancia de que uno es responsable y el otro subordinado. Difícil, muy difícil.

Claro que si esto nos parecía un problema, que decir de lo que ocurre cuando una relación se acaba y se acaba mal. Si ya es complicado encontrarnos con nuestro ex en la cola del hiper, imaginaos lo que debe ser tenerlo todos los días sentado enfrente, o pidiéndonos un informe. Pone los pelos, y sólo los pelos, de punta si el desenlace ha sido a lo Atracción fatal. Y no nos engañemos, sin llegar a esos extremos, las rupturas en plan amigüays son más bien escasas.

Y sin embargo, a pesar de todos estos problemas, repito que es algo natural, que hay que saber convivir con ello, y aún más, que es hasta deseable que exista un cierto grado de tensión. Me explico. Mi experiencia es que en plantillas medianamente jóvenes dicha tensión es un termómetro del vitalismo, de la energía, del buen rollo, de agradar a los demás. Su ausencia denota cierta falta de chispa, de compenetración, de ¿ilusión? Y eso es un problema.

Permitidme poner un ejemplo que quizás no viene al caso. En las películas, en las series de TV, es típica la relación de tensión sexual no resuelta entre dos protagonistas, acrecentada en ocasiones con cierta oposición de caracteres. Pienso por ejemplo en un clásico, Luz de Luna. Después de alargar mucho la trama, cuando por fin se dan ese primer beso, cuando el asunto se desata, la serie cayó en picado, el interés de la audiencia por la misma desapareció. Cuestión de chispa. Cuestión de tensión.

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