El valor de la experiencia, una asignatura que no se imparte en un MBA

El valor de la experiencia, una asignatura que no se imparte en un MBA
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En muchas ocasiones damos más importancia a estrategias que provienen de consultoras que a la experiencia pura y dura. Hace unos días Risto Mejide afirmaba que creía en la experiencia y no tanto en la teoría y en los gurús, en el Discovery Day organizado por IAB Spain, y tiene su parte de razón, sobre todo en un mundo tan cambiante donde cualquier estrategia o idea queda obsoleta por otra que provenga de la mente pensante del momento.

Que existe una nueva realidad a la hora de comunicarnos, de vender y comprar es cierto, pero que no debemos dejar de lado a quienes llevan años frente a una empresa, no importa su tamaño, también es cierto. La innovación forma parte del pasado y resulta saludable echar un vistazo a las estrategias que emplean personas que están a pie de calle en su negocio todos los días.

No se trata de menospreciar los cambios, ni de no adaptarse a los nuevos comportamientos del consumidor sino de realizar una combinación donde no se excluya lo tradicional, sobre todo porque la experiencia ha sido y es un grado. El otro día en una peluquería tuve ocasión de comprobar el talento que va de la mano de la experiencia, por parte de esta profesional.

-Sinceridad como arma de venta

A pesar de su juventud llevaba muchos años trabajando en el sector. Me comentó que no le gustaba engañar a sus clientas. Que prefería desmitificar algunos productos o tratamientos que no son aptos para todas las personas, a pesar de ganarse con ello alguna mala cara pero a la vez, un problema menos si llega a hacer caso a ese tipo de clienta que cree saber más que la persona que está ahí por su preparación.

-Experiencia más empatía

¿A quién voy a creer a una persona que sólo me habla desde la teoría o a una persona que todos los días se enfrenta a problemas reales? En este caso, además de realizar bien su trabajo, contaba con un añadido, la capacidad de ponerse en tu lugar.

Cuando uno es consciente de la situación actual en todos los niveles, le es más sencillo empatizar con el cliente con una buena charla,un buen servicio, un extra que ni entra en el precio y un trato amable y cercano que logra fidelizar de una manera natural.

Con esa actitud, fruto de la acumulación de experiencias y de ciertas habilidades sociales, un empresario tiene ganado por muchos años a sus clientes.

Quizás no hayan acudido a escuelas de negocios mientras que a otros les haría falta de manera urgente, pero quien tiene ese talento natural unido al sentido común, va dos pasos por delante de muchos gurús que pululan en este universo cambiante del marketing, de las empresas y del trato al cliente.

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