El precio de detestar tu trabajo

El precio de detestar tu trabajo
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El desempleo es el problema, el monstruo contra el que luchar para este país por parte de sus dirigentes, empresarios y ciudadanos. Encontrar un trabajo se ha vuelto una misión más dura que las conquistas de Alejandro Magno.

Tampoco estoy de acuerdo con el hecho de quien tenga un trabajo haya de dar gracias todos los días puesto que todos tenemos derecho a la queja si es justificada. Mucha es la presión y tensión que algunos trabajadores están soportando a causa de no poder decir adiós a su empleo con la misma facilidad que antaño.Pero también son muchos que no soportan su trabajo y su mal proceder no tiene ninguna consecuencia.

Pero no me centraré en esos hombres y mujeres que sufren un mal trato por parte de sus gerentes, o que perciben un sueldo que en nada se ajusta al tiempo que dedican a sus labores.

Hablemos de personas a las que les quedan unos años para jubilarse, y sabemos que tienen trabajo desde hace décadas, no se han movido de una empresa, y sus derechos están a buen recaudo.

Me refiero a esos trabajadores que están cara al público y que preferirían fulminar a sus clientes con su mirada antes que decir "buenos días".En concreto hablo de algún conductor de autobús. Que sabe que le queda poco para recibir su pensión, que todos los días realiza los mismos trayectos, y en veinticinco años jamás ha sido amable con un pasajero.

¿Para qué? Si nadie le va a despedir por ser más agradable o simplemente correcto.

La cortesía no está reñida con nada. Ni tan siquiera con un mal día. ¿Quién no lo tiene? Existe un prototipo de persona que jamás debiera trabajar de cara al público porque sencillamente la gente no le gusta.

Ni los hombres, ni las mujeres, ni los niños. Incluso se ofenden más cuando utilizas fórmulas como "por favor", "si fuera tan amable" o un osado "gracias" acompañado de una sonrisa.

Ahora que tanta importancia tienen los departamentos de recursos humanos, a este tipo de persona, les haría someterse a un test, una prueba sencilla donde asegurar que son asociales, porque si la imagen de la empresa son los trabajadores, quien detesta no sólo la suya sino su cometido, lo único que conseguirá es que el cliente, en este caso el pasajero, acabe poniendo una queja por falta de empatía, que en este caso, va en el sueldo.

En Pymes y Autónomos|El humor como recurso empresarial (I) ,La mala atención al cliente será penalizada por Google

Imagen|Manuel

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