En muchas relaciones comerciales entre empresas, en muchos casos los consumidores y en general la sociedad en general de nuestro entorno, parece como que tenga un miedo atroz a dirimir sus quejas, reclamaciones o peticiones por la vía legal, cuando en realidad es donde todo se debería dirimir.
Cuando existe un impago, cuando una empresa nos ha vendido algo que no funciona y no quiere cambiárnoslo o ponerle solución, y en general cuando en cualquier ámbito cuando creemos o consideramos que nuestros derechos han sido conculcados o que hemos sufrido daños de cualquier tipo, no debemos temer en reclamar y demandar.
Con ello no estoy diciendo que no tenga que buscarse el acuerdo o la mediación, pues es obvio que es así. Pero eso no significa lo que sucede en muchos casos, que es lo de pensar que es mejor dejarlo pasar que empezar a pleitear, eso lo considero cobarde y detestable.
Si un cliente no nos paga, si nos sentimos ofendidos, si, si, si…cualquier cosa, reclamemos, denunciemos, busquemos, logremos, ¡es nuestro derecho! Las cosas no se dirimen chillando, faltando o insultando, las bravuconerías en el bar, las cosas se dirimen en los juzgados, y es en ese tablero de juego donde se consiguen o se pierden las cosas.
Yo siempre lo he dicho, demandar o ser demandado, no es nada malo, al contrario, demandar o ser demandado simplemente es ir a un terreno neutral para que nos de o nos quite la razón. No hay buenos, ni malos, no hay razones sagrada, simplemente son dos partes confrontadas, cada una con su razón, que busca en ese lugar, no el acuerdo, sino la resolución.
Otro tema, es como gestionar esa partida, como gestionar una reclamación o demanda para terminar ganando la partida (es así como yo veo a una demanda, una partida de ajedrez entre dos partes), para terminar logrando el jaque mate (nada de tablas) al contrario.
En Pymes y autónomos | Primera denuncia por incumplimiento de la Ley contra la Morosidad
Imagen | COTIME Granada