Defraudar y explotar a los trabajadores sale barato

Defraudar y explotar a los trabajadores sale barato
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Esta semana he leído una noticia sobre un empresario que explotaba a sus trabajadores en sus negocios. Va a ser juzgado en breve. La petición de la fiscalía es de dos años de cárcel y 3.000 euros de multa. Parece que defraudar y explotar a los trabajadores sale barato.

Como ejemplo, les obligaba a realizar jornadas laboral de martes a domingo de 06.30 horas a 19.00 horas por 100 euros a la semana. Esto sin estar dado de alta en la Seguridad Social ni haber tenido vacaciones en mientras estuvo allí trabajando. Solo con lo que se ha ahorrado en el pago de la Seguridad Social le compensa la multa que va a pagar.

Porque la pena de cárcel al ser de menos de dos años lo más probable es que no llegue a entrar. Es cierto que en caso de probarse las acusaciones de la fiscalía supongo que se trasladará a la Seguridad Social para que le reclame todas las cotizaciones de estos años de los trabajadores, más la correspondiente multa. Aquí si que realmente tendría que asumir una cantidad algo más importante en función del número de trabajadores que tuviera en esta situación.

El problema es que en estos casos lo primero sería denunciar a Inspección de trabajo. Pero por el tipo de empleados, la violencia empleada por el empresario o la intimidación que sentían los empleados es muy complicado que nadie llegue a denunciar. Y aunque lo hagan, la Inspección entre que actúa y no pasa un tiempo importante.

La realidad es que de lo que pueda probarse, los trabajadores que ya no están en el negocio o aquellos que han cambiado de trabajo o incluso han vuelto a su país, le va a salir muy barato el trato dispensado a los mismos. Porque luego esta es otra cuestión, puede que muchos de los trabajadores ni siquiera tuvieran permiso de trabajo.

Y lo peor es que no es el único caso. No es la primera vez que oigo comentar a algunas personas, jóvenes en su mayoría o inmigrantes, de condiciones de trabajo miserables, donde les tratan peor que a perros, pero "oye, es lo que hay". Y esa resignación por la pérdida de derechos laborales es realmente preocupante.

Imagen | Goumbik

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