El asesor Maus contra un problema de narices [Humor]

El asesor Maus contra un problema de narices [Humor]
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El nuevo cliente del asesor Maus era el gerente de un supermercado local acosado por las aperturas de las grandes multinacionales. Como si fuera un reflejo de esta realidad, se trataba de una persona bastante bajita de aspecto débil, que caminaba asustado como si alguna persona fuera a soltarle una cholleja en cualquier momento.

Cuando Maus recibió su saludo tuvo que bajar la mirada para buscar sus ojos, pero en lugar de eso encontró una pequeña calva incipiente situada a la altura de su pecho. Sin duda parecía una persona con poca autoestima y posiblemente, con pocas narices para tomar decisiones arriesgadas.

La entrevista

  • Buenos días, señor Miaus.
  • Buenos días, señor Pradera. Siento corregirle, pero mi apellido es Maus, no Miaus.
  • Ah, que curioso… me sonaba como el maullido de un gato. Discúlpeme usted, por favor, discúlpeme…oh… de verdad, lo si… lo siento.
  • Tranquilo, por favor…no pasa nada. Es un apellido extraño – El asesor temió que su cliente se hiciera un Harakiri, confirmando la personalidad débil de su interlocutor. – Dígame ¿en qué puedo ayudarle?
  • Están por todos lados, por la autopista, en los periódicos… en la televisión ¡en todos lados! ¡todos! – El señor Pradera comenzó a hablar con las paredes y a dar vueltas sobre sí mismo como si hubiera perdido el uso de la razón.
  • ¡Cálmese, por Dios! ¿De qué me está hablando?
  • De los carteles, la publicidad.. ¡Están viniendo! Ya puedo sentir cómo se me hunden las ventas… ¿no lo nota? Saben que tengo miedo…lo huelen.
  • Quiero entender que una cadena de supermercados internacional está haciendo una campaña de lanzamiento agresiva en esta localidad. Y claro, usted se siente amenazado.
  • ¿Amenazado? ¡Condenado! Descuartizado como una de esas galletas saladas que revientan en mil trozos cuando lo aprietas así con los deditos… – Maus quedó atónito viendo como Pradera apretaba minúsculas galletas saladas invisibles con sus pequeñas manos.
  • Usted lo que necesita es realizar una contraofensiva... – Pradera se quedó paralizado ante la palabra “contraofensiva”, abriendo sus ojos con incredulidad hasta darle un aspecto grotesco a su rostro – Supongo que por eso me ha llamado.
  • No sé si se habrá dado cuenta, pero no estoy muy acostumbrado a lidiar con la competencia. Bajo esta imagen de empresario frío y calculador hay una persona algo insegura.
  • ¿En serio?
  • Puede resultar complicado de creer – dijo mientras el sudor de su frente llegaba hasta los mofletes – pero necesito que usted se encargue de esto. ¡Salve mi negocio! Todo el mundo habla de ello. Los carteles solo dicen “Prepárate para la revolución…” y de fondo salen un montón de productos de supermercado armados con puños en alto. Sé que es una de las multinacionales… lo he visto en otros sitios. ¡Están creando expectativa! ¡Ya vienen!

Echando narices

El señor Pradera, totalmente acongojado, no quiso mirar las acciones del asesor y este tuvo que actuar con uno de sus hijos, encargado de la publicidad del supermercado. Maus propuso una acción arriesgada, que solo sería publicada en los lugares de máximo impacto, huyendo de la comunicación masiva vía mailing y derivados que estaba haciendo la competencia.

El asesor sabía que la de Pradera era una lucha complicada, pero decidió centrarse únicamente en el enfrentamiento publicitario, que es donde tenía oportunidades reales de ganar. Una vez realizada la campaña invitó al señor Pradera a comprobar los resultados. “Ya tenemos la campaña publicitaria en marcha“.

Lo llevó en coche por una de las autopistas más transitadas de la zona, donde había un gran cartel de la competencia. “¡Ahí están! Malditos bastardos” gritó su cliente con voz temblorosa.

Maus agradeció ser la persona que estaba al volante y unos metros después señaló el cartel que había lanzado en nombre del pequeño supermercado: un cartel del mismo color que el de la competencia pero con unos tonos más claros que rezaba “Este mes, precios revolucionarios en el supermercado Pradera”. No había imágenes de fondo, pero resultaba imposible no vincularlo con la publicidad de la competencia.

Su cliente quedó perplejo ante lo que acababa de leer y Maus tuvo que sentenciar: “lo malo de crear expectativas sin vincularla a una imagen de marca, es que no sabes para quién lo puedes estar haciendo. Las compañías multinacionales reaccionan con mayor lentitud a los cambios locales, pero aún así habrá que esperar a ver qué hacen ahora. Eso sí, ustedes tendrán algunas ofertas este mes.”

Pradera se puso las manos en la boca para esconder su desagradable sonrisa, pero añadiendo: “Está usted loco, señor Miaus.”

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Imagen | Germán R. Udiz

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