Cuando se cierra en ejercicio fiscal de una empresa, es importante planificar la distribución del producto de la misma, revirtiendo parte de sus beneficios sobre la misma para fortalecer su solvencia, y por otro, promover las necesarias reinversiones que le permitan mejorar sus operaciones en un futuro.
Con la crisis, parece ser que algunas empresas se han olvidado de esta importante función, o al menos, han dejado de contemplarla con la misma intensidad, corriendo el enorme riesgo de descapitalización y de limitación de la mejora continua de sus operaciones, tan necesaria para competir en un mercado cada vez más exigente y competitivo.
Es cierto, que ante la caída de la actividad y las necesidades adicionales de liquidez derivadas de un contexto de crisis económica, muchas organizaciones no han podido atender este deber de manera sobrevenida, pero es una tarea de la que no nos podemos olvidar en el medio plazo.
Otra confusión al respecto es la derivada de los esfuerzos adicionales en inversiones en las empresas en un entorno de crisis, que tienen un carácter anti cíclico, ya que se trata del motor que nos permitirá salir de la crisis y al mismo tiempo diferenciarnos de nuestra competencia, pero claro, ninguna situación es equivalente ni las necesidades son las mismas. Pero en ningún caso debemos olvidarnos de una estrategia de largo plazo en la que las provisiones juega un papel fundamental.
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