Entre neovikingos y nuevos emprendedores

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Echo la vista atrás y recuerdo las anteriores crisis económicas. Si la postolímpica me afectó directamente en el tema profesional, la anterior, la derivada de las crisis del petróleo y la dura reconversión industrial española me tocó en plena adolescencia, lo que deja huella. Hay muchas imágenes que tengo grabadas en la memoria. Una de ellas vino a mi cuando leí en El Mundo, a propósito de la presentación del informe GEM, que uno de cada cuatro nuevos emprendedores procede del INEM, emprendedores que no son de calidad, en palabras de la directora técnica del estudio.

Recordé entonces a aquellos obreros que, sin ninguna formación ni experiencia, montaban bares en los 80 con el dinero de la indemnización o la capitalización del desempleo. Bueno, experiencia sí que tenían, como clientes, pero jamás habían gestionado una pyme. Ni hablar de marketing, de gestión de tesorería, de costes. Nada. Ellos tenían experiencia al otro lado de la barra y creían que con eso y un pequeño colchón que les quedaba ancha era Castilla. Para unos así fue, para otros muchos no.

No se si imbuidos por ese gen atávico hispano de quema de naves a lo Cortés, o por los continuos y machacones mensajes, públicos y privados, de que emprender es cool, de que todo es de color de rosa, el fenómeno se reproduce. Pero a pero. Me temo que las indemnizaciones son menos jugosas y esta crisis es mucho pero que las anteriores. Por ello, rogaría a los nuevos emprendedores que se lo pensasen dos veces antes de ponerse a quemar pasta en una tarea a la que es posible que no todos estén llamados. No todo el mundo tiene madera de empresario. Y no pasa nada. Bueno si, si te empeñas en creer que si acabas arruinado.

He hablado del gen y de la publicidad que flota en el ambiente, pero quizás haya que valorar también el fenómeno porque yo lo valgo, del creerse un profesional de la leche capaz de abrirse camino con la mera determinación. ¿Cómo explicar si no el caso de los españoles que emigran a Noruega a ver lo que les sale? Sin saber inglés ni noruego, con un par, como aquel obrero de la construcción que al llegar a Noruega se da cuenta de que allí la construcción gira alrededor de la madera, nada que ver con lo que él sabe. Eso si, algunos le echan la culpa a Españoles por el Mundo y su idílica visión de la emigración, sin pararse a pensar en lo ridículo que suena.

A ver si nos entra en la mollera. No se puede pasar sin más de rendir culto al funcionariado y reírse de la movilidad geográfica a creerse el próximo Steve Jobs o Marco Polo. Para esta generación el asunto esta complicado, pero habrá que pensar en fomentar dichos valores desde la escuela, en acompañarlos con una legislación ad hoc, y en dejar de correr como pollos sin cabeza.

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