Primero lo oí por la radio y ahora lo acabo de leer por internet aquí. Una peluquera decide que es una excelente idea para ella, "contratar" a dos hermanas de origen venezolano, para que trabajaran en su local sin cobrar. Ya no hablamos de pagar un salario vergonzoso sino de rozar la esclavitud.
Ninguna de las dos chicas tenían permiso de trabajo, y una de ellas alegó estar haciendo prácticas. Pero las susodichas prácticas se traducían en el horario normal de un empleado en un establecimiento de estas características.
Ya fue famoso el caso del cocinero que presumía de tener en su restaurante a estudiantes de cocina alojados en sus instalaciones haciendo prácticas, que en realidad tenían más que ver con una jornada laboral.
No importa que haya sido detenida y que su caso esté en manos de la Justicia, el asunto es: ¿Cuántas personas se hallarán como estas dos chicas? ¿Cuántos hemos sido tentados a trabajar gratis como si fuera un favor que nos hace un mal empresario?
Andamos escasos de inspectores de trabajo y hay una marabunta de espabilados que aprovechan o bien la precariedad laboral que reina en este país, o bien la necesidad e ilusión de muchos jóvenes por encontrar su primer empleo. Y si ya no eres de este país, échate a temblar.
No cabe ninguna excusa para este perfil de empresario que no sólo no respeta la ley, sino que que no respeta a lo que se ha luchado por la dignidad laboral. Al revés, suma con su comportamiento un ingrediente más a este mercado laboral que brilla por unas condiciones cada vez más pésimas para el trabajador.
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