¿A quién no le ha sucedido? Terminar un examen, un proyecto laboral, y tras una euforia repentina llega la nada, el vacío..., una sensación de apatía extraña. ¡Pero si debería estar contento! se dice uno, ¿por qué me siento así?
Estas son fechas en las que todo el mundo habla de vacaciones. En los medios de comunicación, en nuestro entorno y curiosamente algunas personas cuando llega el gran día caen enfermas ¿Por qué? Porque parar una moto (nuestro día a día) que va a gran velocidad de repente,no es positivo para nuestra mente. Hasta para las vacaciones necesitamos ser moderados.
En el caso de que estemos buscando empleo, pensar en vacaciones resulta una provocación, si no tengo dinero ¿dónde voy a ir? La cuestión es aprender a desconectar de la rutina durante la semana. ¿Acaso buscar un empleo no es el mayor de los trabajos?
El equilibro es el secreto. Si el estrés (trabajando o no) es nuestro motor de vida, vamos a caer enfermos, nos vamos a agobiar en vez de disfrutar de unas horas o unos días para nosotros.
Saber decir "basta" no es tan sencillo. El miedo a perder el trabajo, el no haber logrado uno, el pensar que se espera de nosotros acudir a playas paradisíacas o viajar al extranjero no es sano, ni sensato.
Igual que somos responsables mientras trabajamos, debemos serlo cuando llega el momento de relajarse. Ni es una pérdida de tiempo, ni el mundo se va a acabar porque demos un paseo, hagamos una pequeña excursión, o nos tomemos un helado.
Para rendir a nivel profesional, debemos ser capaces de premiarnos sin sentirnos culpables durante todo el año, sin confundir premio con una inversión enorme de dinero. Los mayores placeres se encuentran en las pequeñas cosas.
Igual que nos entrenamos para realizar nuestro trabajo de manera eficaz (formándonos, etc.) Hay que aprender a cultivar el ocio y el descanso todos los días.
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